sábado, 5 de febrero de 2011

Yo quiero mi milagro

Mientras estábamos en la casa de Gail, en Montreal, el dinero se nos estaba yendo como quien lo tira por el sanitario, pues definitivamente el costo de vida es diferente al que estábamos acostumbrados. Además, como no encontrábamos rápido apartamento nos tocó seguir otra semana mas con Gail y pues su precio estaba bien por una semana, ya dos se hacia un poco costoso, pero ni modo, tocaba. Un amigo de ella nos mostró un apartamento 3-½ en Verdun, yo había leído al respecto de ese barrio y la verdad no tenia las mejores referencias, pero era el primer apartamento que podíamos ver y pues el precio no estaba muy alto… pero no, no nos convencía, Mafe estaba un poco presionada y me decía que lo tomáramos, yo le hice caer en cuenta que el contrato era por un año y que puede que ahorita por el afán se vea como una buena opción, pero con el tiempo esa decisión se nos puede volver en nuestra contra. Con una tímida Fe le dije: yo se que Dios nos va a dar algo muy lindo para los 3.

Obviamente yo también estaba preocupado por ello, por el tema de la vivienda, pero tenía Fe de que Dios tenia algo para nosotros (en quien mas podíamos confiar?). Y ahí fue cuando todo comenzó a pasar. Ali, uno de los co-locatarios de la casa de Gail, nos preguntó si ya habíamos encontrado apartamento, le dije que no, pero que nos gustaría mas en Longueuil (hasta la fecha no conocíamos Longueuil, pero era una idea casi obsesiva que yo tenia en la cabeza), el nos ofreció su computador para que miráramos y buscáramos apartamentos en Longueuil vía internet; lastimosamente su desinteresada acción no tuvo repercusión, pues a los que llamábamos nos decían que ya habían sido arrendados o caíamos en el “Lost in Translation”.

Varias personas nos contaban sus historias de cómo habían encontrado apartamento y demás, esa noche yo le decía a Dios: quiero mi milagro!!!

Al día siguiente decidimos irnos a Longueuil por nosotros mismos a ver si personalmente era mas sencillo que por teléfono. Tan pronto salimos del terminal, yo sentí una paz inmensa, y con Mafe dijimos: aquí es donde queremos vivir!. Caminamos un par de cuadras pero empezó a llover así que no fue mucho lo que pudimos hacer, pues decidimos regresarnos al terminal y retornar a Montreal, aunque a la larga fue mucho lo que ganamos con esa ida, pues en nuestros corazones se sembró la convicción de que era en Longueuil donde íbamos a vivir.

Esa noche, Gail nos preguntó sobre el apto en Verdun, le contamos que lo habíamos descartado, e hicimos hincapié en que queríamos vivir en Longueuil, ella nos dio argumentos de que Montreal era mejor, pero igual nos dijo que ella conocía a alguien que nos podía ayudar en Longueuil.

Pasaban los días y ella no encontraba el dato de la persona, hasta que por fin, nos llamó y nos dijo que teníamos una cita con un tal Yves, pero que él sólo hablaba francés. Ce n'est pas problem!

Decidimos que solo yo iba a ir a la cita, cuando llegue a Longueuil volví a tener esa bonita sensación de paz, tomé el bus y lo que veía por las ventanas me gustaba, me bajé en la esquina indicada y llegué al edificio del sr Yves.

1 comentario:

Tuchi R. dijo...

Y qué tal es Longueuil? Cómo es su acceso a Montreal? Hay mucho tráfico para ingresar en Montreal o tiene al menos una parada de metro que vaya al mismo? Me gustaría realmente saber...