sábado, 20 de febrero de 2010

La búsqueda del parque

Al día siguiente Mateo estaba muy inquieto, no era para menos llevaba dos días sin ir a un parque, quería jugar, quería correr, quería su “Paque“!

Mafe se quedo haciendo el almuerzo y yo decidí salir a explorar con él, como a la cuadra me pidió que lo alzara, y caminamos, caminamos, caminamos, y nada que encontrábamos un parque… por fin vimos uno, pero era privado, hacia parte de un bloque de viviendas.

Encontré una oportunidad para foguearme de nuevo en francés, ya que con Gail solo habíamos hablado en inglés, en el parque de dicho conjunto había unas personas preparando una comida con motivo de una celebración, yo les pregunte que si Mateo podía jugar allí, ellos me dijeron que era un parque privado, yo les conté que el quería ir a un parque pero que no encontrábamos ninguno y que al ver los juguetes y los juegos se había puesto muy feliz; acto seguido, una señora dijo: yo se lo que es eso, entren!

Pasamos una hora muy rico jugando en el rodadero, los columpios y con una pelota que nos prestaron. Verlo tan feliz, me puso muy contento a mi.

Primera salida



A eso de la 1 pm del sábado, llego Mabel, ella quedó de acompañarnos al supermercado, para mostrarnos el camino y orientarnos con algunas compras. Fuimos al SuperC… bonito, limpio; los precios nos tenían locos pues no era fácil acostumbrarse a los dólares.

Dios mío, que hice?

En sólo 5 segundos de análisis pude diagnosticar lo que sentía… me estaba deprimiendo, no por la lejanía de la familia pues realmente no soy muy apegado a la gente que digamos, sino mas bien era como si todos los temores a lo nuevo se me hubieran despertado en ese momento, además sentía una responsabilidad, la responsabilidad por la vida de ellos dos.

Yo quería sentir tranquilidad, pero no podía, quería darle valor a todo lo que habíamos logrado, pero a veces tu mismo eres tu peor critico.

A las 8 pm se despertaron los dos, comimos, y de nuevo Mateo se quedó profundo. Seguido por Mafe y yo aún no lograba conciliar el sueño… me puse a orar como jamás lo había hecho y logré estar tranquilo, a la 1 am me dormí vencido por el cansancio.

La casa en Ropery

Llegamos por fin a una casa de dos niveles, en un barrio tranquilo, descargamos las maletas del carro y a medida que las íbamos metiendo a la casa me era inevitable salir cada nada a ver si las que faltaban por entrar aún seguían ahí (bueno, no me pueden juzgar no llevábamos mas de medio día en Canadá, y dejar los malos vicios era complicado).

Luego, Gail nos mostró los espacios de la casa que podíamos usar, nos instaló en nuestra habitación, se despidió y se fue. Nosotros nos quedamos organizando algunas cosas que fueran necesarias de primera mano, Mateo se recostó y se quedó dormido de inmediato, yo me recosté a su lado, mientras Mafe y Mabel iban a comprar algo para nuestro “almuerzo”, y de paso le iba a mostrar un poco los entornos de nuestro alojamiento temporal.

La verdad yo aunque quería, no podía dormir, llegó MaFe y se recostó de inmediato, y me demoré mas en saludarla que ella en quedarse dormida… yo seguía sin poder dormir.

La verdad aquello que me picaba, ya se estaba tornando harto, y en ese momento estaba comenzando a comprender qué era…