Cuando llegamos la alegría fue inmensa, pero estábamos en un shock tremendo, aunque no dijimos nada, teníamos susto… llegamos?
No se si sea general, pero lo que nosotros vivimos en ese momento se podía describir como un sentimiento de desarraigo y soledad tremendo, nos invadió el susto a lo nuevo: obviamente, no lo hablamos, pero se sentía entre nosotros, porque había un silencio tremendo e inhabitual… íbamos por el Gate empujando el coche y jalando las maletas de mano y la pañalera, era muy incomodo, pero no tanto como el sentimiento que teníamos, hasta que de pronto el silencio que nos invadía fue roto por una tierna voz que decía: Lindo!
…era Mateo, quien maravillado con el techo del aeropuerto y sus imponentes columnas soltó espontáneamente esa palabrita. Desde ahí tomamos otro aire y de manera implícita nos recordó porque hacíamos todo lo que estábamos haciendo.
Seguimos a todo el mundo, porque no sabíamos para donde teníamos que ir, llegamos a inmigración a hacer una fila eterna, pues teníamos mucho sueño y Mateo estaba muy despierto.
Llegamos a donde el agente de inmigración que nos dijo: osjhc osidhc osdhc!, yo le dije: excuse me?, y él volvió a decir: osjhc osidhc osdhc! Pero con un genio tremendo, yo no me deje amedrentar y le dije excusez-moi?, el tipo nos dijo: FRANCES EN LA OTRA VENTANILLA!!!!! (ahí si en un muy claro y gritado inglés).
Bueno ni modo, buscamos otra ventanilla menos ocupada, nos atendió una señora a la cual si se le entendía y estaba de buen genio. De ahí, pasamos a otra sala, siempre persiguiendo a la gente, a hacer otra eterna fila, antes de que nos llamaran, tocaba justo cambiarle el pañal a Mateo, por lo que MaFe se ausento mientras yo esperaba y preciso me llamaron… obvio eso nos retraso mucho, porque ellos debían estar presentes. Aunque yo le estaba entendiendo, la agente optó por tener ahí una traductora, resulta que estando ahí, ella me pidió una dirección de residencia para enviarnos las tarjetas de residencia permanente… me busque y me busque en los bolsillos, en la maleta de mano, en mi canguro, en todo lado y no encontré el bendito papel donde la tenia anotada, y no solo eso, también tenia ahí anotado el numero de teléfono de la persona que nos iba a recoger en Montreal!!!!!, el papelito jamás apareció…
Bueno, ni modo, cuando por fin llegaron MaFe y Mateo del baño, me tocaba llevarlos a la misma ventanilla para que MaFe firmara y para mostrar a Mateo para dar Fe de vida, alcé a Mateo para que la agente lo viera y Mateo de inmediato le frunció el seño lo cual la hizo reír, diciendo: jamás había visto a un bebe haciendo así.
Por culpa del incidente del baño fuimos los últimos en salir de esa sala y ahí si ya no podíamos seguir a ningún grupo de gente, a valernos por nosotros mismos.
De ahí a tomar las maletas, donde?, pues siguiendo letreros llegamos, realmente no fue complicado… el problema? El espacio era muy grande y casi no quedaban maletas, por lo que encontrar las nuestras fue todo un problema. Yo estaba muy angustiado, porque nada que aparecían, hasta que de pronto apareció una, luego otra y así sucesivamente, aparecieron todas menos dos, las mías!
Corrí de un lado al otro de la sala y nada, fue mucha adrenalina utilizada en ese momento, me dirigí a un agente de policía y le comenté, pero realmente él no podía hacer mucho, me dio por mirar uno de los carritos llenos de maletas y allá las encontré debajo de todas las demás… muy sospechoso, porque ese carrito entero era de una familia colombiana también, y las mías estaban marcadas con assist-card y las de ellos no… en fin, lo importante es que aparecieron.
A esperar ahora la conexión a Montreal, muertos del sueño, histéricos, estresados y con Mateo super activo.
En medio de la ansiedad, queremos consignar nuestro camino a Itaca... sabemos que no es fácil, pero el alma quiere y necesita expresarse...
viernes, 25 de diciembre de 2009
El vuelo
Teníamos mucha expectativa con el vuelo, porque era la primera vez que MaFe volaba en avión y era mi primera en un vuelo internacional: además, no sabíamos cómo iba a reaccionar Mateo a ello.
Por recomendaciones de varias personas, le habíamos comprado un jueguito nuevo, para que la novedad lo distrajera en el vuelo, pero menos mal en pleno vuelo no lo encontramos porque resulto ser un jueguito muy ruidoso y hubiésemos molestado a mas de uno.
Optamos por ponerle videos de los Back Yardigans en las pantallas del avión… que siempre que lo tenían atento, se reiniciaban las benditas. Pero al rato se durmió y como no tenia silla para el, nos toco turnárnoslo alzado. Nosotros no dormimos nada.
Llegamos a Toronto y ahí empieza otra aventura.
Por recomendaciones de varias personas, le habíamos comprado un jueguito nuevo, para que la novedad lo distrajera en el vuelo, pero menos mal en pleno vuelo no lo encontramos porque resulto ser un jueguito muy ruidoso y hubiésemos molestado a mas de uno.
Optamos por ponerle videos de los Back Yardigans en las pantallas del avión… que siempre que lo tenían atento, se reiniciaban las benditas. Pero al rato se durmió y como no tenia silla para el, nos toco turnárnoslo alzado. Nosotros no dormimos nada.
Llegamos a Toronto y ahí empieza otra aventura.
El día
El 24 de Septiembre era el día D, fue un día muy convulsionado, había cosas aún por hacer, aún faltaba cambiar algún dinero por dólares canadienses para poder tener algo de efectivo en el momento de llegar a Toronto y luego a Montreal, faltaba terminar de empacar las maletas, aunque en eso recibimos la tremenda ayuda de la familia Bortfeldt Orjuela la cual fue invaluable en ese momento tan importante.
Había algo con lo que no contábamos ese día, un ingrediente extra… nuestras emociones, nos sentíamos como en una montaña rusa de sentimientos, a ratos estábamos eufóricos, a ratos enojados y ansiosos, al poco rato estábamos muy tristes.
Yo fui desde temprano a hacer la diligencia del cambio de dinero, pero lastimosamente en los lugares que conocíamos estaba imposible conseguir la divisa, me llevo casi toda la mañana, hasta que decidí irme para la Hacienda Santa Bárbara, movido por la lógica de que si dicho centro comercial queda frente a la embajada, obviamente sus casas de cambio deben tener la divisa. Iba muy tranquilo camino hacia allá, y faltando apenas una cuadra, sentí que mi celular vibraba en mi maleta, estaba tan estresado por el tema del cambio de dinero, que opte por no contestarlo… a la vez ví que una señora me estorbaba mucho el paso, me movía para la izquierda y ella también, para la derecha y de nuevo me bloqueaba el paso, ocurrió que en menos de un segundo una segunda persona salió de la nada y le robó el celular a una muchacha que iba adelante mío caminando, y la mujer que me estaba bloqueando el paso era cómplice del robo… trate de atrapar al sujeto pero se metió entre los carros y nada pude hacer, al segundo como si supieran llego la policía y aunque yo tuve la intensión de hacer algo, ellos “no quisieron” hacer nada al respecto. Menos mal no conteste mi celular segundos antes, y menos mal esa misma noche me iba de Colombia… pues exactamente cosas como esas son las que me recordaban cada nada que lo que hacíamos era por buscar tranquilidad, seguridad y paz.
Al final, si pude cambiar mi dinero, conseguí los canadienses (aunque la tasa de cambio me castigo muy duro) pero ya tenia en mi bolsillo algo así como 160 Cads, aunque salí con una paranoia de persecución después de lo vivido momentos antes con el cuento del robo del celular.
Llegue a la casa, almorzamos, ultimamos detalles, cada vez llegaba mas y mas gente a acompañarnos. Quizá uno de los momentos mas duros fue cuando llego el sobrino de MaFe, quien apenas vio las maletas se ataco a llorar… Lo mismo ocurrió con mi suegro y casi que iba pasando con cada uno de los que iban llegando.
A las 6pm llego la Van que nos iba a llevar al aeropuerto, metimos las maletas, nos subimos todos y ahora si, a mirar por ultima vez por las ventanillas las calles que en mucho tiempo no íbamos a recorrer de nuevo.
MaFe y yo estábamos mas bien tranquilos de camino al aeropuerto, los demás estaban muy callados y tristes.
Llegamos, hicimos el check-in y después a esperar… esperar de nuevo en medio de la montaña rusa de emociones, llego el momento de embarcar, ultima llamada y las lagrimas no pararon de correr hasta que traspasamos la puerta… desde ese preciso momento, quedábamos en las manos de Dios.
Había algo con lo que no contábamos ese día, un ingrediente extra… nuestras emociones, nos sentíamos como en una montaña rusa de sentimientos, a ratos estábamos eufóricos, a ratos enojados y ansiosos, al poco rato estábamos muy tristes.
Yo fui desde temprano a hacer la diligencia del cambio de dinero, pero lastimosamente en los lugares que conocíamos estaba imposible conseguir la divisa, me llevo casi toda la mañana, hasta que decidí irme para la Hacienda Santa Bárbara, movido por la lógica de que si dicho centro comercial queda frente a la embajada, obviamente sus casas de cambio deben tener la divisa. Iba muy tranquilo camino hacia allá, y faltando apenas una cuadra, sentí que mi celular vibraba en mi maleta, estaba tan estresado por el tema del cambio de dinero, que opte por no contestarlo… a la vez ví que una señora me estorbaba mucho el paso, me movía para la izquierda y ella también, para la derecha y de nuevo me bloqueaba el paso, ocurrió que en menos de un segundo una segunda persona salió de la nada y le robó el celular a una muchacha que iba adelante mío caminando, y la mujer que me estaba bloqueando el paso era cómplice del robo… trate de atrapar al sujeto pero se metió entre los carros y nada pude hacer, al segundo como si supieran llego la policía y aunque yo tuve la intensión de hacer algo, ellos “no quisieron” hacer nada al respecto. Menos mal no conteste mi celular segundos antes, y menos mal esa misma noche me iba de Colombia… pues exactamente cosas como esas son las que me recordaban cada nada que lo que hacíamos era por buscar tranquilidad, seguridad y paz.
Al final, si pude cambiar mi dinero, conseguí los canadienses (aunque la tasa de cambio me castigo muy duro) pero ya tenia en mi bolsillo algo así como 160 Cads, aunque salí con una paranoia de persecución después de lo vivido momentos antes con el cuento del robo del celular.
Llegue a la casa, almorzamos, ultimamos detalles, cada vez llegaba mas y mas gente a acompañarnos. Quizá uno de los momentos mas duros fue cuando llego el sobrino de MaFe, quien apenas vio las maletas se ataco a llorar… Lo mismo ocurrió con mi suegro y casi que iba pasando con cada uno de los que iban llegando.
A las 6pm llego la Van que nos iba a llevar al aeropuerto, metimos las maletas, nos subimos todos y ahora si, a mirar por ultima vez por las ventanillas las calles que en mucho tiempo no íbamos a recorrer de nuevo.
MaFe y yo estábamos mas bien tranquilos de camino al aeropuerto, los demás estaban muy callados y tristes.
Llegamos, hicimos el check-in y después a esperar… esperar de nuevo en medio de la montaña rusa de emociones, llego el momento de embarcar, ultima llamada y las lagrimas no pararon de correr hasta que traspasamos la puerta… desde ese preciso momento, quedábamos en las manos de Dios.
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